sábado, 14 de febrero de 2015

Conociendo al podenco

Como sucede con cualquier otro perro típico de caza, existe la extendida creencia de que el podenco no es apto para ser un animal de compañía y menos aún para vivir en un piso de ciudad. Además tienen fama de ariscos, nerviosos, destrozones, miedosos y hasta de llevarse mal con los niños ¡Nada más lejos de la realidad!

La convivencia con Nica nos ha servido para desterrar un montón de mitos en torno a ellos.

Efectivamente, y como norma general, son perros activos y enérgicos que agradecen largos paseos y horas de juego con otros de su especie, dada su gran sociabilidad. Diría de hecho que que lo que más le gusta en el mundo es correr libremente ¡Y verles hacerlo es todo un espectáculo! Sin embargo, en casa se transforman completamente. Permanecen tranquilos y no dan más problemas de los que podría dar cualquier otro peludo. Conviven perfectamente con otros perros, gatos y niños.


Quienes conviven con ellos aseguran que son alegres y expresivos, inteligentes, cariñosos, sociables, limpios...

No obstante debemos tener en cuenta su pasado y el drama por el que pasan muchos de ellos hasta llegar a un hogar de verdad. Miedos, ansiedad y traumas suelen ser el verdadero motivo por el que un perro de este tipo pueda llegar a presentar problemas de conducta que serán necesarios trabajar para poder eliminar.

Algo que mucha gente no sabe todavía es que, tal y como sucede con los galgos (al que considero primo hermano del podenco) y en contra de lo que dicen determinados sectores de la población, se trata de una raza maltratada, abandonada y olvidada hasta el extremo. Aparecen por cientos en mitad de las calles y los bosques, atropellados, apaleados y desnutridos. También les tiran a los pozos y les cuelgan de los árboles.

Afortunadamente, cada vez son más las personas dispuestas a darles voz y las familia urbanitas que se animan a ofrecerles una segunda oportunidad, ayudando a dar a conocer todas sus virtudes como perros de casa y no de caza.

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